Asia Oriental
Pieza de música Sanjo tocada con kayagum, una cítara coreana, derivada de la cítara china guzheng, con cuerdas de seda tendidas sobre puentes móviles. Su cuerpo se construye del tronco del árbol de la Paulownia tomentosa y forma parte de la cultura de la región desde el reino de silla (57 a.C. al 935 d.C). En el estilo sanjo de la grabación, el kayagum se acompaña del janggu, un tambor de reloj. Su cuerpo se asemeja a un reloj de arena y es posible modificar la tensión de los dos parches para cambiar su tono, como si “hablaran”, de ahí su denominación también como tambor “parlante”. Las dos partes del tambor se dice que representan las armonía entre el hombre y la mujer.
Con su selección en este compendio nos gustaría representar la relación entre la comunidad grancanaria y coreana, cuya presencia en la isla -inicialmente vinculada a la actividad pesquera- aún se percibe en lo alto del parque, donde resuenan diariamente los salmos de la iglesia coreana de Altavista.
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Según una leyenda coreana, durante el reino de Silla, en el mar del este apareció una pequeña isla montañosa con forma de cabeza de tortuga flotando hacia la costa. En la cima de la montaña crecía una caña de bambú que se dividía en dos durante el día. Cuando el rey Sinmun subió a la montaña para ver tan extraño fenómeno encontró un dragón que le dijo que si cortaba una flauta de la caña, su sonido traería la paz al mundo, podría controlar la lluvia y calmar las aguas del mar. La llamaron Manpasikjeok, la “flauta que calma diez mil olas”. Este es el origen mítico del daegeum, flauta transversal coreana hecha de bambú, cuyo interior simboliza los valores confucianos de la humildad y la modestia.
Como en la fábula coreana, en el archipiélago canario también se puede rastrear la presencia de dragones a través de la creencia de que al morir se transformaban en árboles por los que fluía la sanguis draconis, una sabia con legendaria propiedades médicas que también fue utilizadas por luthiers italianos, como Stradivarius, para barnizar sus míticos violines. Hoy en día los dragos solo sobreviven en Gran Canaria y Tenerife de manera silvestre.
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Grabación de canto con tambor realizada en los años 50 por el museo Guimet de arte asiático en Corea del Sur. El museo fue fundado a finales del siglo XIX por Émile Étienne Guimet, un magnate francés fabricante del azul marino artificial y amante de los viajes.
Gran parte de los objetos del museo los recopiló en viajes donde estudió las religiones del extremo oriente, y su intención era crear una "usine scientifique" (fábrica científica). La voces y tambores nos llevan a Corea pero la grabación en sí misma nos habla del complejo cruce entre capitalismo industrial y humanismo occidental, en una época de exposiciones universales y colonialismo.
Como el anverso de una moneda, el auge de los tintes artificiales provocó el declive de lugares que, como Canarias, habían sido referencia de la paciente producción de tintes naturales.
El color de esta historia mezcla así, el azul marino con el carmín de la cochinilla (un tinte producido por un pequeño insecto, Dactylopius coccus, que se alimenta de la savia de las tuneras) y el púrpura de la orchilla (una familia de líquenes recolectados desde antiguo en Canarias). Precisamente los líquenes emergen como modelo de simbiogénesis, es decir, de relaciones beneficiosas y duraderas no solo entre semejantes, sino también entre seres diferentes.